Entrenamiento en agencia y terapia feminista: llamemos a las cosas por su nombre
/¿Te consideras una terapeuta feminista?
Muy probablemente, si preguntásemos a las terapeutas que trabajan hoy desde un enfoque conductual si se consideran feministas, muchas de ellas responderían que sí.
Quizás la latencia de respuesta sería un poco más larga si lo que preguntamos es ¿y qué es ser una terapeuta feminista? o ¿y cómo haces que tu terapia sea feminista?
Es posible que nos agobiásemos al no saber qué responder exactamente. Y es posible que ese agobio viniese incluso acompañado de una sensación de disonancia y de malestar con nosotras mismas; “Pues… buena pregunta” sonaría en nuestra cabeza antes de llegar a operativizar lo que hacemos en consulta.
Una vez más, parece que recae sobre nosotras el deber de ajustarnos a una manera de hacer las cosas (en este caso, de hacer terapia que sea feminista) sin que nadie nos haya enseñado cómo hacer esa cosa. Y es que, si nos paramos a pensar, no han sido tantas las oportunidades de estudiar el conductismo y el feminismo como dos movimientos que tienen mucho que aportar el uno al otro y que son, en realidad, inseparables.
Cuál es el contexto
La Psicología es una profesión predominantemente femenina: Según el Instituto Nacional de Estadística (2024), el 81,6% de personas colegiadas en España como Psicólogos/as Generales Sanitarios/as en 2023 son mujeres. Además, las mujeres demandan y acuden más a terapia (Labrador et al. 2010; Ministerio de Sanidad, 2017).
Sin embargo, si nos paramos a pensar en los contextos formales que nos enseñan a hacer Psicología, como es la Universidad, estos contextos no siempre nos han dado herramientas concretas y operativizadas para trabajar problemáticas más prevalentes en mujeres, o para trabajar, en general, con la tan sonada perspectiva de género.
Cierto es que estamos construyendo desde hace tiempo otros contextos en los que terapeutas conductuales dan voz a estas cuestiones y en los que se intenta que tengamos modelos que nos permitan después tener más control sobre nuestro trabajo en consulta.
Sin embargo, aún queda un recorrido importante en relación a lo que feminismo y conductismo pueden generar si interaccionan.
Qué tiene que decirle el feminismo al conductismo y viceversa
Y es que, si lo pensamos, son muchos los puntos comunes que feminismo y conductismo radical comparten.
María del Rosario Ruiz, Profesora Emérita de Psicología en el Rollins College (USA), es sin duda una de las figuras que más contribuciones ha hecho al estudio de la relación entre feminismo y conductismo radical.
Ya en los años 90, María Ruiz señaló algunos de estos puntos de unión. Entre ellos, la autora destacó, en primer lugar, la visión contextualista del mundo que ambos movimientos comparten; en sus propias palabras “conductistas y feministas radicales concuerdan en la importancia del contexto en la comprensión de las acciones humanas y ambos rechazan aproximaciones psicológicas que descontextualizan a los individuos y que no tienen en cuenta las condiciones de vida de las personas”.
Si algo caracteriza a la terapia conductual, es el entendimiento de la conducta como aprendida y la importancia dada a las contingencias dispensadas por el contexto en el que se han dado esos aprendizajes.
Siendo esto así, no podemos mirar para otro lado cuando el feminismo viene a señalarnos el papel del género en nuestras vidas; es nuestra tarea como terapeutas estudiar el efecto de la macrocontingencias y preguntarnos por el reforzamiento diferencial que sufren muchas respuestas en función del género de la persona que las emite.
Ser conscientes de cómo los roles de género están influyendo en lo que le pasa a la persona que acude a nuestra consulta es, por tanto, un primer paso necesario. Pero ¿cómo trabajamos con esas contingencias una vez las hemos detectado?
Soy consciente de la influencia del género: ahora, ¿qué hago?
Son muchas las maneras en las que podemos contribuir desde consulta a que las diferencias de género sean menores. Nuestro impacto va a ser muchas veces limitado, claro que sí; nuestra influencia en el contexto más amplio no es siempre la que nos gustaría, pero eso no debe dejarnos en una posición de inacción.
Movilizar cambios va a ser nuestra responsabilidad en muchas ocasiones. Si una mujer presenta un problema claramente atravesado por el género, como puede ser la insatisfacción corporal, dirigir nuestra intervención a que adquiera herramientas para que haga un trabajo individual con sus pensamientos y sentimientos de insatisfacción no puede ser nuestro objetivo único. Deberemos dar otros pasos para que esa chica entre en contacto con contextos que le permitan aprender otra forma de relacionarse con su cuerpo, por ejemplo.
No obstante, antes de llegar a ese punto, será muy útil desplegar otra herramienta que María Ruiz analizó también en profundidad: la de “tener” agencia sobre nuestra conducta.
El trabajo de la agencia como herramienta feminista
La agencia es un constructo muy interesante. María Ruiz (1998) lo analiza en su artículo “Personal Agency in Feminist Theory: Evicting the Illusive Dweller” en profundidad y por ello, examinaremos ahora el contenido de este trabajo, el cual os animo a leer con detenimiento.
La autora comienza por señalar puntos en común entre feminismo y conductismo radical. Sin embargo, se detiene después en la definición que cada una de estas formas de acercarse a la realidad ofrece para el término agencia, pues son importantes las diferencias.
Ruiz explica que, de manera similar a lo que ha propuesto la Psicología mainstream, el feminismo ha concebido la agencia como una forma de explicar la capacidad de resistencia de las personas contra lo establecido. En otras palabras, sería como una especie de capacidad de elección de resistirse ante lo establecido como acción contra el sistema. Sin embargo, las feministas radicales conceden también mucha importancia al contexto a la hora de explicar el comportamiento. Esto lleva a una tensión entre ambas explicaciones (por un lado, el comportamiento es dependiente del contexto, pero por otro podemos escapar de eso, resistirnos al contexto e incluso vencerlo).
Ruiz continúa explicando que dicha tensión refleja, además, un “dualismo persona-situación” (como si la persona en ocasiones, decidiese cómo comportarse independientemente de la situación) y un dualismo “natura-nurtura”, (como si tal decisión dependiese de factores innatos e internos en vez de aprendidos).
Como estaréis pensando, esos dualismos no encajan bien con el conductismo radical y es que, como María Ruiz plantea, la propuesta feminista de que por un lado, hay una capacidad personal de resistencia y, por otro, respondemos al control social, es problemática.
¿Cómo podemos entonces usar este concepto con nuestras consultantes? ¿qué propone el conductismo radical?
En primer lugar, es importante preguntarnos por qué queremos trabajar con la agencia en terapia.
Ruiz señala que “como fuentes de control del comportamiento que son, las prácticas culturales discriminatorias tienden a estar integradas en las prácticas culturales estándar”. Es posible por ello que nuestra consultante esté respondiendo a unas contingencias de las cuales no es consciente. Volviendo al caso de insatisfacción corporal, puede ser que esa chica no sepa que parte del discurso sobre su cuerpo ha sido aprendido socialmente.
Es aquí donde parece que tiene sentido que fomentemos en sesión que la persona gane conciencia de por qué se comporta como se comporta. De hecho, es uno de los objetivos que suele tener la sesión habitual de devolución del Análisis Funcional.
Partiendo de la idea de que entender a qué se debe nuestra conducta tiene ventajas, podemos retomar la pregunta de ¿cómo propone el conductismo trabajar la agencia en terapia?
Skinner propuso en Conducta Verbal (original 1957, traducción española 1981) el concepto de tactar. Según este autor, un tacto es una “una operante verbal en la que una respuesta de forma determinada se evoca (...) por un objeto o evento particular (...). Perdiendo mucha precisión, podría decirse que es asignar un estímulo verbal a un estímulo no verbal (nombrar algo, en palabras coloquiales).
Pues bien, el artículo de María Ruiz propone que el hecho de tactar, de poner nombre a las cosas, tiene un papel muy importante en el trabajo de la agencia. La autora afirma que, desde la filosofía conductista radical, “la agencia no es una característica del individuo sino que es una característica de las acciones”. Concretamente (y aquí viene lo importante), las acciones que reflejan agencia suponen tener conciencia de que “las conductas propias están relacionadas con aspectos clave de las circunstancias en las que se dan”. En otras palabras, Ruiz explica que “las acciones que reflejan agencia incorporan un repertorio verbal para nombrar o tactar las condiciones estimulares que permiten que se dé una conducta”.
El hecho de que nuestra consultante con insatisfacción corporal sepa poner nombre a las situaciones estimulares y a las contingencias que han facilitado que ella hoy se llame “gorda”, que esto le genere malestar y que sea importante para su entorno y para ella, refleja agencia sobre estas conductas.
Y si operativizamos la agencia como un repertorio de conductas verbales (recordemos que María Ruiz la define como un repertorio verbal), podremos entrenar dichas conductas verbales en sesión.
Ruiz señala de hecho que, para adquirir estas conductas, se necesita una comunidad verbal que medie ese aprendizaje. Nosotras, como terapeutas, podemos ser esa comunidad verbal. Podemos crear las condiciones para que la persona aprenda a nombrar e interpretar sus experiencias (Ruiz, 1998); Podemos modelar y moldear en sesión la capacidad de tactar de la persona. Podemos discriminar que explicite las contingencias y reforzar las verbalizaciones que reflejan variables que para nosotras son más visibles, como son las macrocontingencias del género.
El hecho de que la persona que tenemos en consulta entienda a qué responde su comportamiento y cuáles son las condiciones que se han dado para que este sea probable puede tener ya efectos deseables. Las emociones que tactamos como culpa pueden disminuir, pueden aparecer otras como las de enfado que movilicen, o puede suponer una habilidad necesaria para que la consultante pueda después comunicar mejor lo que siente.
Y es que Skinner (1974, como se citó en Ruiz, 1998) ya adelantó que esa conciencia sobre lo que uno mismo hace “deja a la persona en una mejor posición para predecir y controlar su conducta”.
Podemos igualmente ayudar a construir otras comunidades verbales fuera de sesión en las que sea probable que las conductas de llamar a las cosas por su nombre se refuercen. (El hecho de que muchas de tus amigas te reconozcan que también se maquillan para que no les digan que están cansadas, no elimina el problema de insatisfacción corporal, pero ayuda a que sepas que no estás sola y, sobre todo, que no viene todo de tu cabeza).
En definitiva, generar agencia supone un prerrequisito para poder después trabajar otras cosas, también necesarias e importantes, cuando el problema está fuertemente atravesado por el género.
El artículo de María Ruiz (1998)
María Ruiz ilustra todo lo anterior de manera muy interesante en su artículo, usando ejemplos concretos que podrán incluso resultar familiares. Uno de esos ejemplos es el de Gloria, una consultante en la que tres terapeutas de diferentes enfoques atienden a una mujer con sentimientos depresivos. Los Psicólogos se centran en que Gloria adquiera herramientas para lidiar con dichos sentimientos, obviando que Gloria estaba divorciada, al cargo de dos hijos pequeños, tenía que trabajar fuera de casa y se sentía “mala madre” por haber empezado a quedar con otra persona por primera vez después del divorció.
Empezar por que Gloria ponga nombre en sesión a lo que está pasando y no transmitir indirectamente el mensaje de que tiene que recaer sobre ella la gestión de todo ese malestar, es indispensable si queremos hacer una terapia feminista (o que, al menos, se acerque a serlo).
Cuestiones para reflexionar
Cabe señalar, que el feminismo es un movimiento enormemente amplio y que no todas las voces dentro del mismo compartirían la visión reflejada en este artículo. Por supuesto, son también muchas las puntualizaciones y matizaciones que pueden hacerse a lo expuesto. Todo esto muestra la necesidad de seguir haciéndonos preguntas y de explicitar asimismo las contingencias que están operando en nuestro día a día como terapeutas.
Quizás una de las claves está en que el feminismo señale puntos que debemos cuestionarnos como Psicólogas. Después, las herramientas científicas y tecnológicas que tenemos como conductistas nos permitirán operativizar y entender mejor cómo trabajar de forma eficaz con esos puntos señalados.
Como dijo Irene Fernández Pinto haciendo un guiño a Kate Millet en la conferencia de las penúltimas JAFA (la cual os invito fuertemente a ver en YouTube) (Instituto Libertia, 2023), “lo personal es político y lo terapéutico también”; llamar a las cosas por su nombre es un paso necesario, aunque no suficiente, para acercarnos a una terapia conductual feminista.
Referencias citadas
Instituto Nacional de Estadística. (20 de mayo de 2024). Estadística de Profesionales Sanitarios Colegiados. https://ine.es/dyngs/Prensa/es/EPSC2023.htm
Labrador, F. J., Estupiñá, F. J., & Vera, M. P. G. (2010). Demanda de atención psicológica en la práctica clínica: tratamientos y resultados. Psicothema, 619-626.
Ministerio de Sanidad. (2017). Encuesta Nacional de Salud ENSE, España 2017 [Archivo PDF]. https://www.sanidad.gob.es/estadEstudios/estadisticas/encuestaNacional/encuestaNac2017/SALUD_MENTAL.pdf
Ruiz, M. R. (1998). Personal agency in feminist theory: Evicting the illusive dweller. The Behavior Analyst, 21, 179-192.
Instituto Libertia. (3 de octubre de 2023). Interacción terapéutica con perspectiva de género - Irene Fernández y Natalia Andrés. [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=I2liRg9pQSU&t=3878s
Skinner, B. F. (1957/1981). Conducta verbal (R. Ardila, Trad.). Editorial Trillas, México.
Otras referencias consultadas
Rosendo, A. P., & Nogueira, C. D. P. V. (2020). Feminismo e Análise do Comportamento: Contribuições de Maria R. Ruiz/Feminism and Behavior Analysis: Contributions by Maria R. Ruiz. ID on line. Revista de psicologia, 14(49), 458-477.
Soreth, M. E., Dickson, C. A., & Terry, C. M. (2017). In Memoriam: Maria del Rosario Ruiz (1950 – 2017). The Behavior Analyst, 40(2), 553–557. https://doi.org/10.1007/s40614-017-0131-8
Psicoflix - Podcasts para Psicólogos. (16 de marzo de 2024). Interacción terapéutica con perspectiva de género con Natalia Andrés. [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=RXxCXfbY4Dg
Alba Zabalza Martínez
Graduada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid (estudios en los que recibí el Premio Extraordinario de Grado) y cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Autónoma de Madrid. Cuento con formación en Análisis de Conducta e Intervención en Emergencias Psicológicas, ámbitos en los cuales trato de trabajar siempre atendiendo a las variables del contexto de cada persona.